
Entras en Turienzo y cruzas un destartalado puente, del cual no hay foto por la peligrosidad, y tienes dos únicas alternativas: girar a la derecha, donde nos toparíamos con el castillo, y la que es más romántica para nosotros, la izquierda, que conduce a la cuna de Escocia. Caminas por una larga calle, con arboles centenarios, silencio extremo, un pilón en el que alguno cayó y un escenario que uno no sabe para lo que tienen. Subes la calle y allí está el campamento.

A partir de aquí vuestra imaginación es libre. Yo sólo veo que ahí yace la espada de Escocia. Una grande y barra libre

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