“…no hay mayor enemigo que aquel que uno piensa que no existe. Y cuando lo descubres, si es que se hace a tiempo, los daños causados pueden resultar irreparables. Por si no tuviéramos bastantes problemas con los ingleses en esta mortal cruzada, ahora no podemos descuidar a aquellos que pueden causar estragos dentro de nuestras filas. En algunos casos, pueden ser espías a sueldo de esos infames hijos de la Gran Bretaña; en otros, nobles que se dejan entusiasmar frente a promesas de poder y nuevos feudos ofrecidos por Longshanks; y, por último, quedan los que desean amotinarse por el simple hecho de odiar la patria que les vio crecer, acabar con sus costumbres más ancestrales y establecer un nuevo orden más acorde a sus deseos…”
Lo que son las cosas. Las vueltas que da la vida. Por fin se ha puesto rostro al traidor interno y nos hemos quedado de piedra. A pesar de que tienen cara de no haber roto un plato en la vida, ahí las tenemos, sorprendidos por no dar crédito a lo que veíamos.
Bellatrix Lestrange no es un sujeto sino dos. Se han atrevido a colocar nuestra insignia en lugar indigno, lo que hace levantar un clamor de ira de todo el clan. Y eso a pesar de que han sido criadas con todo el cariño desde que fueron abandonadas por sus parientes franceses, allá en los tiempos en que estos se aliaban con Longshanks en las primeras escaramuzas contra Escocia.
Ambas provienen del feudo de la Concha, lugar en el que estuve durante una época y donde conocí a lady Storm y McMax. Fue precisamente McMax el que se ocupó de su educación y las guió en los caminos de El Señor. Las lecciones debían ser lo más chocante que se ha visto en la historia, pues no me imagino a maese McMax hablando más de 10 minutos seguidos y de algo que no sea alcohol o leyes celtas. Ellas mismas me confirmarían más adelante que su maestro era muy peculiar, pues las dejaba más hablar (menudo peligro) que escuchar.
Finalmente, McMax me las confiaría para que ingresasen en las mesnadas de la ACG, puesto que las medio gabachitas eran ya mayores para decidir su futuro. Y así, de niñas (una de ellas lo había sido ya en sitios como Turienzo o Benasque) pasaron a responsables de juveniles , educando a nuestras proles escocesas.
De momento, sólo se ha descubierto la deshonra a la bandera pero, ¿qué más daños han podido causar? El tiempo lo dirá y esperemos que no sea demasiado tarde. De momento, se nos ocurren múltiples castigos para ambas por esta afrenta: a una, dejarla sin tabaco y a la otra, sin bolsos, pero todo se andará. Escocia no sucumbirá por estos ataques desde dentro.