domingo, julio 23, 2006

El retorno de Benasque


“.... interviene también en el reino de Escocia: a la muerte del rey Alejandro III, los nobles escoceses eligen para sucederle a su única nieta, la princesa Margarita de Noruega, hija de su hija Margarita, de sólo 2 años de edad. Queriendo Eduardo controlar este país, decide comprometer a su hijo y heredero, el futuro Eduardo II, con la niña-reina, con lo cual ambas coronas quedarían unidas. Envía entonces un navío a Bergen a recoger a la pequeña y llevarla a Inglaterra, pero lamentablemente fallece durante la travesía. La guerra de sucesión sería cruenta y larga, y el rey inglés aprovecharía las circunstancias para apoyar a la casa Baliol a cambio del vasallaje…”



Tras nuestras desventuras en el desmontaje (estar trabajando codo a codo con el enemigo no es fácil, aunque sean por causas mayores), se decidió que nos íbamos de regreso a casa a las 8 de la tarde. Empaquetamos lo que quedaba en la tozuda, y comenzamos el viaje. Longshanks, Anthony de la Tower y McPatiwen iban en la montura del 1º y el resto en la tozuda. Más o menos a la hora de viaje me llama Anthony avisando de que McPatiwen está mareado por las curvas de la carretera de Pirineos y que pararemos en el primer sitio que encontremos. Dicho y hecho: el coche de Longshanks gira a la derecha y se detiene. A continuación, vemos al pobre McPatiwen salir a 4 patas del asiento trasero y echar hasta el hígado. Tras recomponerse, decidimos meternos en el bar de carretera donde habíamos parado y tomarnos algo. Entramos y vimos que había un par de clientes, uno totalmente borracho en unas mesas a la izquierda, la televisión puesta, una camarera vestida entre una mezcla de camionera y sado-maso, y unas escaleras que subían sospechosamente hacia unas habitaciones de una planta superior. Unos pedíamos, otros se iban al baño, otros a ver si las noticias decían algo de nuestra evacuación, sirven los cafés….y McPatiwen se da cuenta, diciendo con su habitual buena educación: ‘José María, ahí arriba hay una señorita en corsé’. Ni en corsé ni leches. La tía estaba en pelota picada, saliendo de una de las habitaciones superiores. Nos habíamos metido en una whiskería sin darnos cuenta. La respuesta de nuestro Milord no pudo ser más elocuente: ‘Me estoy poniendo malo. Tomad esto para pagar los cafés que yo os espero fuera.’ Mientras nos entraba la risa floja, empecé a entender por qué nos miró la camarera así de raro. Al salir del peculiar local, nos fijamos en el luminoso del exterior (aún no entiendo cómo no lo vimos al entrar) que decía bien grande SEÑORITAS EXÓTICAS.
La siguiente parada fue en un bar de una gasolinera, todo lo más normal que puede ser. Dos hechos dignos de mención: uno, la caída estrepitosa de McPatiwen saliendo de los baños (le vimos desaparecer momentáneamente) por haberse pisado los cordones de las botas, y la tergiversación de los telediarios acerca de la inundación. Wallace dirá lo que quiera sobre la veracidad de los medios, pero escuchar que en nuestra evacuación habían participado efectivos de la guardia civil, protección civil, ayuntamiento, el ejército y hasta los G.I.Joe, me parece que es pasarse tres pueblos viendo lo que vimos.
Además, trabajando con escoceses como estos, no necesitamos ninguna ayuda de nadie para desalojar un campamento en tiempo récord.
UNA, GRANDE Y BARRA LIBRE.

1 comentario:

Anónimo dijo...

I say briefly: Best! Useful information. Good job guys.
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