domingo, marzo 12, 2006

El código 22.6


"....los Celtas produjeron un alfabeto mágico, las runas, que tiene en cuenta todas las necesidades humanas y por tanto puede ser una alternativa a la simbología hebrea, en la magia Salomónica, pero también en los números árabes y en las letras del alfabeto actual.
Las runas, son de todos los símbolos, los más sencillos de representar y quizá también los más significativos y fáciles de utilizar, puesto que basta imaginarlas como un canal abierto en nuestro interior, para fluir por él la energía cósmica apropiada y cumplir nuestras necesidades...."
Posiblemente en la actualidad, el más conocido sea El código Da Vinci, documento que ha alcanzado increíbles éxitos de ventas. Pero de igual forma los alcanzaría la siguiente historia que pienso relatar y que tuvo lugar en El Atazar, año 2003. El protagonista indiscutible es sir Marcus McDowell.
En su afán de convertirse en guardián de la ley, como alguacil del gobernador del clan, McDowell se había preparado duramente para ello. Y cómo no, había estudiado el tratado penal de la ley escocesa, conociéndolo hasta la saciedad. El problema era su punto de aplicación.
Durante la estancia en El Atazar, tierra patrimonio del enemigo, varios de los emplazados, en forma de niños juerguistas que no descansan por las noches, se habían dedicado a liarla, impidiendo dormir al resto del ejército.
Como buen defensor del orden, me dijo al día siguiente: 'No te preocupes, McFly, esta noche yo duermo con ellos y no se oirá ni una mosca.' En esa época, yo tenía a mi cargo a la avanzadilla de los jóvenes juveniles, unidad que desaparecería al año siguiente, y le confié la tarea.
Aquella noche, su entonces prometida y yo hacíamos guardia a la entrada, mientras que en la tienda de McDowell todo eran gritos, carcajadas de auténtica hiena e incluso cánticos de 'Pajirrín, Pajirrín'. Su prometida, lady Nuria me comentaba con media sonrisa: 'McDowell lo está haciendo de puta madre porque están armando más escándalo que ayer'.
Cuando llevaban ya un rato, se oyó la potente voz de McDowell:'¡¡¡¡Ya está bien!!!! ¡¡¡¡Salid todos ya!!!! ¡¡¡¡Y como estéis!!!!' Salieron las avanzadillas, con cara de sueño y de miedo por no saber la que les venía encima.
El último fue Marcus, a lo que me dice: 'McFly, ven conmigo que esto lo debes ver.' Le seguí, intrigado, y vi que los hacía sentar, mientras se encendía un cigarro y empezaba a dar vueltas a la sala. Pero realmente me asusté cuando lo siguiente que hizo fue quitarse su sudadera y mostrar su uniforme de combate, es decir, la mítica camiseta del Dépor. Y, sin dejar de dar vueltas, empezó su discurso memorable:
'Cuando se está con una bromita con un compañero, jijijaja, y dura poco, eso está bien. Pero cuando el cachondeo dura más de 10 minutos, ESO es ensañamiento y humillación, código 22.6, porque bla, bla, bla...'
La cara de los chavales era un poema. Uno de ellos llegó a decir: Ahora sí que la hemos cagado, porque esto suena muy fuerte. Yo me tuve que girar para contener la carcajada. Y McDowell, hablando sin parar.
Pero consiguió que no hablaran en toda la noche, más asustados que si hubieran visto una peli de miedo en una tele del cementerio. Lo que ya no consiguió fue hacernos callar al resto de generales las risotas cuando les conté la hazaña. Y es que, nuestro querido McDowell siempre ha sabido aplicar la ley en los sitios más insospechados
UNA, GRANDE Y BARRA LIBRE

1 comentario:

Pepe Gª-Carpintero dijo...

Anda Marcus estás tardando en escribir otros puntos sobre las íes. Si es que tienes muchas, pero muchas.